Nunca sintieron la tentación de salir y abandonar el experimento. A pesar de la monotonía; de la falta de contacto directo con familiares y amigos; de la rutina de ver las mismas caras durante 520 días, los dos tripulantes de la ESA en la misión de viaje simulado a Marte Mars500 nunca se plantearon “dejar a sus compañeros solos”.