
Durante sus 30 años en órbita alrededor de la Tierra, el telescopio espacial Hubble de la NASA/ ESA ha sido testigo de la evolución de los vuelos espaciales, con un cielo cada vez más lleno de satélites, el lanzamiento de la Estación Espacial Internacional e impactos y explosiones que han dado lugar a nubes de desechos en rápido movimiento.
El propio Hubble ha sufrido el impacto de estos residuos, acumulando minúsculos cráteres en sus paneles solares, que dan cuenta de una vida larga y agitada en el espacio. Pero ¿qué podemos aprender de esos impactos? ¿Y qué futuro le espera a Hubble?

En mitad de los enormes cambios que el coronavirus ha impuesto en nuestro día a día, la ESA está estudiando cómo el espacio puede ayudar a mejorar la vida en la Tierra durante y después de la pandemia.
Expertos en economía, geopolítica, psicología, medicina, ciencia de datos y servicios digitales van a contribuir con una serie de seminarios online organizados por la Agencia y encabezados por el director general, Jan Wörner.

Los sistemas de radiofrecuencia permiten a los satélites comunicarse a través de la inmensidad del espacio, retransmitir señales y brindar servicios o sondear con radar la Tierra y otros planetas. No obstante, el funcionamiento de estos potentes dispositivos en el vacío del espacio hace que estén expuestos a riesgos potencialmente destructivos, como el equivalente espacial de los rayos. El laboratorio de la ESA que se encarga de investigar estos efectos cumple diez años en su sede actual.